A la hora de analizar el primer ámbito de investigación que establecimos en la anterior entrada del blog, pudimos observar que hay no existen muchos datos que pudiéramos utilizar. Nos pareció importante analizar este ámbito ya que creemos que no existe suficiente información sobre la menstruación femenina como se debería. Es más, mucha de esta información esta basada en "bulos"y creencias que distan mucho de la realidad, y que no hacen más que perjudicar a la mujer.
Sin embargo, dimos con Erika Irusta, una pedagoga menstrual y la única que se sepa. La cual además de introducir su historia de vida en un vídeo publicado en Internet donde relata a través de su experiencia cuatro etapas de su vida que marcaron su concepción del funcionamiento “normalizado” de los roles de género, de cómo las malas praxis en medicina pueden determinar el futuro de una mujer sin que ésta llegue siquiera a sospechar lo que sucede (así como la incoherencia de prácticas basadas en el control de la fertilidad de las mujeres sin tener en cuenta que los hombres son fértiles todos los días del mes mientras las mujeres tan sólo seis días). En estas etapas basó todos sus conocimientos y experiencias aunadas en un proyecto emprendedor y de sencilla ambición: llevar a cabo un registro acerca de las manifestaciones mentales y procesos psicológicos, además de las repercusiones físicas, experimentados durante todo el ciclo menstrual. Tras unos meses de anotaciones, el estudio dio un giro al darse cuenta de que se experimentaba un patrón de comportamiento en ella, de manera que tras muchas comparaciones y grupos de discusión, puede concluir que se trata de una manera de ser y estar cíclica biopsicosocialmente, siendo un tema desconocido y al que se sigue asociando con el rechazo y la vergüenza desde el prisma actual social. Es por ello que es tan importante hacer hincapié en este tipo de iniciativas que promuevan dar a conocer realidades tan naturales como la vida.
De esta forma, entre nosotras se desarrollan prácticas poco saludables, como el hecho de utilizar tampones, el cual advierte en su propio prospecto una gran cantidad de contra indicaciones. Sin embargo a pesar de ellas se sigue consumiendo de forma masiva. Una de las consecuencias más graves que se asocian al uso de tampones es el desarrollo del Síndrome del Shock Tóxico (TSS) lo que puede causar la amputación de ambas piernas.
Esta enfermedad fue detectada durante los años 20, sin embargo no fue hasta 1980 cuando se declaró como un gran riesgo para la salud, datos reforzados por un informe de la Universidad de California, Berkeley, que tras comparar estudios clínicos, epidemiológicos y de laboratorio determinó una relación directa entre la utilización de tampones y la contracción del síndrome TSS. Sin embargo la empresa que comercializa la marca “TAMPAX” factura 17 millones anuales solamente en España. Sin embargo, poco a poco van surgiendo otras alternativas más sanas para nuestro cuerpo pero no logran su reconocimiento entre la población española. Esta alternativa es la copa menstrual. En el año 2011 la Universidad de Canadá realizó un estudio llamado “Finding Lasting Options for Women” que tenía como objetivo determinar si las copas menstruales podrían llegar a ser una buena alternativa a las compresas y tampones. El estudio se realizó con la muestra 110 mujeres, entre los 19 y 40 años de edad, consumidoras habituales de tampones. El estudio se organizó dividiendo a la muestra en dos grupos: 55 mujeres utilizarían la copa menstrual y las 55 restantes el tampón y durante tres ciclos menstruales utilizaron el asignado según al grupo que pertenecieran. A final del experimento completaron un cuestionario con los siguientes ítems: satisfacción personal, coste, generación de residuos, comodidad de usos, infección vaginal, etc. Los resultados fueron muy satisfactorios: el 91% del total recomendarían la copa menstrual, donde el único punto negativo fue la incomodidad del uso de la copa menstrual, sin embargo también declararon que fue desapareciendo con el tiempo, por lo que concluimos que es una muy buena alternativa, con un gran ahorro de dinero (casi 100 € anuales), y a su vez, un menor impacto ambiental si lo comparamos con los tampones, suponiendo un ahorro de unos 6 kilogramos de residuos, puesto que una copa menstrual tiene un vida útil de diez años.
Dentro de este ámbito también reside la poca información que existe sobre el ciclo menstrual de las mujeres, las cuales solo son fértiles durante alrededor de 6 días al mes, por lo que trae consigo otras problemáticas como iremos analizando en las siguientes entradas.
Esperamos que os haya parecido interesante nuestra primera aportación sobre la problemática de la educación sexual. ¡Como siempre estamos abiertas a sugerencias!
Os adjuntamos el video de Erika que hizo que enfocaramos nuestra mirada sobre este tema, esperemos que os guste.
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