La tasa rosa es aquella diferencia de precio, normalmente más
elevada (sobreprecio) que tienen los productos específicamente destinados al
sexo femenino y que normalmente se da en aquellos productos para higiene y
cuidados. Este es un fenómeno del que las empresas se benefician puesto que la
idea de que la mujer debe estar limpia, depilada, maquillada, etc, está muy
arraigado en la sociedad española, por lo que las mujeres de forma inconsciente
desembolsan una mayor cantidad de dinero en estos productos. A pesar de ello,
la aplicación de un mayor coste a un artículo por razón de género está
teóricamente prohibida, pero en la práctica podemos observar cómo se
comercializan productos destinados a mujeres más caros que otros idénticos
destinados a los hombres.
Tras una revisión de las investigaciones ya
realizadas, hemos llegado a la conclusión de que en España no se ha
profundizado en la investigación de este fenómeno y en sus consecuencias. No
obstante, hemos podido encontrar algunas actuaciones y movimientos que
comienzan a denunciar esta injusticia, como sucede con Compromís (coalición
política española de ámbito valenciano), que presentará una moción para
procurar que el Gobierno persiga aquellas empresas que ejerciten la
comercialización de productos con tasa rosa y defender al mismo tiempo la
igualdad de precios sin discriminar dichos productos por géneros. Al mismo
tiempo, hallamos que en España, la Federación de Asociaciones de Consumidores y
Usuarios en Acción (Facua) opuso una denuncia a tres supermercados de gran
éxito entre nuestra población: Dia, Lidl y Carrefour. La denuncia se realiza a
partir de la detección por parte de la Federación de la venta más cara de un
producto destinado a las mujeres que ese mismo producto dirigido a hombres.
Este producto son los paquetes de maquinillas de afeitar desechables de marca
blanca cuya diferencia reside en ser azules o rosas y en el precio triplicado
de estas últimas, hecho que vulnera la Ley de Igualdad, la misma que obliga a
evitar las discriminaciones por razón de sexo. La denuncia también sostiene que
las campañas de publicidad de estos artículos son engañosas e incitan a creer
que adquieren un producto diseñado específicamente para las “necesidades
femeninas” cuando en realidad se trata del mismo producto con diferente
publicidad. Este hecho puede ser castigado al no cumplir las regulaciones
expuestas en la Ley de Competencia desleal, puesto que la publicidad altera el
comportamiento económico de los clientes y puede inducir a error.
La actuación de la federación solamente abarca las
maquinillas de afeitar debido a la carencia de investigaciones españolas
indicadas anteriormente. Sin embargo, hemos encontrado otros estudios
internacionales más detallados y a partir de los cuales podemos concluir que
este fenómeno es una práctica muy extendida que no solamente se aplica a los
productos de higiene y cuidados, sino que se realiza con todo tipo de artículos
si estos pueden diferenciarse entre hombres y mujeres. Rescatando los datos que
nos proporciona el estudio realizado en 2015 en Nueva York, podemos sacar como
conclusión que no solamente las mujeres pagamos más por productos de higiene y
cuidado, sino que este sobreprecio se aplica a todos los artículos: ropa,
juguetes, alimentos, etc. y esta cifra se eleva hasta los 1.300 dólares de
diferencia al año. (1.100 €). También podemos observar que los productos que
son idénticos, cuya función es la misma y la única diferencia es el destinatario,
no sólo son estos productos los que nos preocupan, (estos artículos tienen una
diferencia menor en su precio, aunque los de mujeres siguen siendo más caros);
sino que también queremos destacar aquellos artículos que, según las empresas,
son parecidos a los de los hombres pero adaptados a las necesidades y
características femeninas, es decir, con diferencias funcionales, en los que
hay un sobreprecio del 16,4%.
Sin embargo, ¿por qué seguimos consumiendo productos
diferenciados, pudiendo comprar exactamente el mismo por menos precio? Bien,
esto se explica por la estrategia que utilizan los supermercados. Los productos
rosas y azules están en estantes separados para no facilitar una comparación a
simple vista o en su defecto, no son exactamente iguales para que siempre se
origine ese comportamiento en el consumidor. Como podemos comprobar, esto
ocurre con las maquinillas del supermercado “Dia” de su marca “Bonté”, las
cuales incorporan una banda lubricante de aloe vera, característica que implica
que cuesten al consumidor tres veces más, es decir, el paquete de diez vale
2,30 € (23 céntimos por unidad) mientras que las masculinas de su misma marca
cuesta 1,75 € el paquete de veinte, (no alcanza los 9 céntimos por unidad),
pero también vemos importante señalar que estas últimas tienen una banda de
vitamina E, alegando que no son el mismo producto y además no poder estar
perseguido por ley.
Aunque “Lidl” haya reducido en marzo el precio del
lote de seis maquinillas de afeitar de la marca “Cien Lady” de 0,99 céntimos a
0,59 (10 céntimos por unidad) sigue existiendo una diferencia del 20 % con
respecto a las maquinillas de hombre.
Como con las bandas de aloe vera, podemos encontrar
otro tipo de argumentos que dejan bastante que desear por parte de las empresas
para justificar la diferencia de precio, como ocurre con las máquinas
“gillettes” y cuya versión para el hombre cuesta menos fabricar porque al ser
más consumida, lo que reduciría su precio por unidad.
Sin embargo nos planteamos que aquí debe haber un
fallo de análisis por parte de la empresa “gillett”, ya que de ser así una
maquinilla de marca mundial debería costar menos que una de supermercado, las
cuales en contradicción a esta teoría se venden mucho más baratas, con lo que
concluimos que las empresas aprovechan la diferenciación del producto para
obtener un mayor beneficio, a la vez que se perpetúa el cuidado a las mujeres
para que inviertan su tiempo y su dinero en cumplir con los cánones de belleza
impuestos y tan arraigados en la sociedad.
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